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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Guiso de Camarones de Josilú






Josilú fue mi amiga desde que éramos chiquitas. Fuimos al mismo colegio y crecimos juntas. Eramos muy unidas y estudiábamos juntas, jugábamos, y cuando éramos más grandes,íbamos a las fiestas y salíamos con los enamorados. Me acuerdo que cuando iba a su casa cerca a la Iglesia de la Virgen del Pilar, su mamá nos preparaba unos lonches con pastelitos que compraba en una pastelería riquísima, de moda en esos tiempos, que se llamaba Montserrat y que era famosa por su torta con discos de merengues cubiertos de mousse de chocolate. Todo el mundo compraba allí, y nosotros también. Su casa estaba llena de reliquias y cosas interesantes que ver. La abuela, Rosa Porras Cáceres, era nieta de nuestro Brujo de los Andes, DOn Andrés Avelino Cáceres, Héroe de la batalla de 2 de Mayo contra los Españoles, héroe de la campaña de la Breña, durante la guerra con Chile y gran estadista, 24avo presidente del Perú. En las mesitas-urnas habían una serie de reliquias del famoso abuelo. También habían muchas pinturas y muebles coloniales auténticos. La madre decía que eran descendientes de la famosa princesa Inca, Catalina Huanca. Los abolengos imperaban en esa casa; cosa que nos podía importar un comino! Nos interesaba más revisar los baules de la abuela,donde podíamos encontrar desde corsés para reducir la cintura, a la usanza de las damas antiguas, como también libros de espiritismo y esoteria, a los que esta señora estaba aficcionada. Decía que su contacto con los espíritus lo había terminado desde que un espíritu se enamoró de ella y no la dejaba en paz. Nos fascinaba escucharla...Pasaron los años y nos graduamos y la perdí de vista. Yo me casé y me vine a los Estados Unidos y esa amistad entrañable se fue quedando en relego. Un día fui de visita al Perú, y la reencontré en casa de una amiga. Allí me invitó a su casa linda que tenía en Surco,diseñada por su mamá arquitecta...parecía una mansión antigua con tragaluces y torreones como los de las iglesias de Lima, y tenía un jardín bellísimo con una pileta colonial preciosa y una piscina de azulejos.
Pero Josilú era una gran cocinera, igual que su mamá y abuela. Así que ese día nos preparó un cocktail riquísimo y una ensalada maravillosa, pero lo que más me impresionó, fue su guiso de camarones. Así que le pedí la receta...en buena hora! Josilú no está ya con nosotros, pero su memoria y las epocas pasadas quedan siempre y ahora que está pronta la Navidad, se las ofrezco en primer lugar, a mis amigas de la promoción VMA 1965, para que cuando la preparen se sigan acordando de ella.

EL guiso de Camarones:
Cocinar un kilo de colitas de camarones, pelarlos y reservar el coral y el agua donde hirvieron. Licuar los corales con el agua, colarlos y reservar este líquido concentrado.
Cortar en lajas semifinas, 350 gramos de champignones. Reservar tapados para que no se pongan negros.
En una olla mediana o sartén grande, echar con dos cucharadas de mantequilla y una de aceite vegetal (prefiero Canola). Agregar una cucharadita de ajo molido y otra de ajo en polvo. No descuidarlo porque se dora muy rápido. Cuando el ajo esté cocido y no dorado, añadir dos cucharadas de harina y mezclar rápido en fuego lento. Se va echando poco a poco 1/2 taza del concentrado del agua de camarones y 2/3 de taza de leche evaporada...siempre moviendo con el cucharón. Se agrega una taza de crema de leche (yo prefiero la leche evaporada, porque me parece que es menos calórica) y se adereza con 1/2 cucharadita de nuez moscada, una cucharadita de pimienta blanca, sal al gusto y 3/4 de taza de queso parmesano. Cuando esté casi espesa la salsa, se agrega un poco de salsa de tomate para que se ponga rosada. Se le agregan los camarones y champignones y se sirve en una fuente, acompañado con arroz con choclo graneado. Esta receta alcanza para unas 6 personas. Si se quiere, se puede doblar los ingredientes.

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