Cae la tarde.
Una hermosa y soleada tarde de domingo de primavera.
Unos aprovecharon el fin de semana largo para salir de viaje en familia o entre amigos.
Otros se quedaron en casa aprovechando el sosiego que toman las ciudades en días como estos.
Muchos seguramente en este momento inician una dieta estricta luego de haber gozado de suculentos almuerzos.
Otros quizás estén rondando la refri, buscando recomponer las fuerzas perdidas a lo largo del fin de semana.
Para ellos, esta receta sencilla, libre, veloz. Es cuestión de mirar en la refri y en la despensa y ver que hay. Es cuestión de leerla, sentirla, intepretarla a su manera. A algunos les recordara a una deliciosa receta arequipeña, el cauche. No precisamente. El cauche demanda mucha mas sabiduría y rigor. Esto es mas bien una ventanita a lo que se conoce como la cocina abrigadora.
Manos a la obra.
Unas papitas seguro. Una cebolla, un ajicito, un rocoto, unas ramitas de huacatay, orégano o culantro.
algún queso, un poquito de leche y listo.
Se cocinan las papas y se pelan. Se cortan en dos.
En una cazuela se sudan cebollas cortadas en tiras gruesas, con ají licuado, se le añade un poquito de harina y se deja cocer un minuto. Se añade la leche, el queso rallado, las hierbitas, una rodaja de rocoto, sal, pimienta y se bañan las papas. Se calienta todo junto un ratito y listo.
Un plato para cerrar la semana.
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