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miércoles, 29 de julio de 2015

Gastón nos convida tamales



Tamales patrios.
¡Tamales casero tamales! ¡tamales de chancho y gallina!
¡ tamales suavecitos! ¡ pruebelos aqui en su esquina!
Todos los fines de semana, el ritual se repetía deliciosamente.
Una familia entera, padre, madre, hijos, llegaba desde Chincha con el sabroso cargamento. Cientos de tamales que daban a probar con picardía, a todos los vecinos que llegaban a la panadería Rovengo de dos de mayo, en busca de sus famosos panes franceses y sus baguettes hechos en horno pavalier, su fugazza, sus pasteles de carne, sus chancays y y sus orejas de chancho acarameladas.
Mucho antes de que la cadena de wong impusiera la buena costumbre de dar a probar de todo dentro de la tienda, esta familia ya había descubierto las bondades de atraer a un cliente dandole a probar esos deliciosos bocados de maíz blanco y aji, que cocinaban durante toda la noche y que llegaban aun humeando a las mesas de nuestro barrio.
Todos comprabamos rendidos solo que con un detalle.
En aquel entonces, como suele suceder, por cotidiano, como el aji que alegra nuestros días sin rendirle el homenaje que se merece, esta familia y su esfuerzo y su presencia no nos parecían tan importantes como realmente lo eran. No representaban aun el icono cultural del cual hoy nos sentimos orgullosos y agradecidos. Estaban simplemente allí, cada fin de semana, como parte de nuestra vida diaria, sin destacar mas ni menos que la presencia de todo lo que nos rodeaba. Incluso llegando a la majadería de regatearles el precio que por su carácter artesanal, por que estaba hecho con ingredientes de origen, porque estaba hecho de noche por una familia entera que se daba el enorme esfuerzo de dejar su tierra lejana para venir a alegrarnos la nuestra,debía haber costado mucho mas. En todo caso mucho mas que esas cosillas importadas que solíamos valorar en aquel entonces mas que lo nuestro.
En estas fiestas patrias, un homenaje a todas esas maravillosas familias que durante décadas entregaron sus días para hacernos felices, con nuestras tradiciones, mientras las conservaban con orgullo y sentimiento patrio.
Aqui una recetita de tamales para el que se anime.
Remojar un kilito de maíz blanco pelado durante un día, , escurrirlo , quitarle esa punta durita que tiene y a moler se ha dicho.
Mientras, sazonar un kilo de panceta de cerdo cortada en dados con sal, pimienta, comino, toque de vinagre, y aji panca. Doramos la panceta en manteca, le añadimos su macerado y cubrimos de agua, a guisar se ha dicho. Hasta que este suave.
El juguito lo mezclamos con el maiz molido y le añadimos medio kilo de manteca, 200 gramos de mani tostado y molido, 50 gramitos de ajonjoli tostado, un par de yemas de huevo y una taza de aderezo de ajo molido cebolla rallada finita y aji mirasol molido.
Amasar la masa
En hojas de platano soasadas, colocar la masa de tamales
poner al medio la panceta, huevo duro, aceitunas negras y una tajada de ají mirasol soasado. Envolver bien y atar.
A cocinar.
al fondo de una olla, coronta de choclo, encima hojas de plátano, y cubrir de agua. Encima, los tamales bien acomodados y pegados, se cubre con mas hojas de plátano y se cocina por tres horas como al vapor. O mas dependiendo el gusto. A mi me gusta un tamal no muy seco sino mas bien que s desarma un poco.
Para ello, ayudara, mas o menos manteca y el tiempo de cocción.
Aqui comparto con ustedes, fotos de tamales limeños y norteños amarillos y verdes que martha hace en Panchita.
A ver quien se anima a compartir un secretito de abuela.

Gastón Acurio nos regala una anticuchada bailable



MAÑANA COCINAN POR 28 ?
aqui una sugerencia.
Una anticuchada bailable.
Llegaba el viernes y mis hermanas adolescentes, se alistaban coquetas para el acontecimiento de la semana. La anticuchada bailable del real club.
Eran mediados de los setentas. Lima andaba convulsionada entre dictaduras que de la izquierda se pasaban a la derecha, intervenciones de diarios y revistas, toques de queda y protestas populares reclamando el retorno a la democracia.
Nada de ello, era obstáculo para que cada viernes, la orquesta de música bailable se instalara en el estrado que montaba el real club en sus jardines ni para que las parrillas encendieran sus carbones llenando de aromas ahumados al distinguido barrio san isidrino.
Mi padre, preocupado por el alboroto con el que sus cuatro hijas celebraban la llegada del viernes, un día decidió que debía enviar a alguien que las vigilase y sobretodo que las mantenga a salvo de esos jovencitos dispuestos a robarles el primer beso cueste lo que cueste.
El elegido fui yo. Vestido aun por mi madre, con mis ocho años a cuestas, de pronto se me había asignado una de mis mas difíciles tareas, la de cuidar de la reputación de mis hermanas. Tarea que debo confesar cumplí de forma desastrosa.
Y es que mi padre no supo tener en cuenta un detalle.
Los anticuchos. Si, el olorcito a anticucho, el ajicito, la papita y el choclito, confabularon para que mi mision resultara un fracaso.
Rapidamente, mis hermanas y sobretodo sus pretendientes, se dieron cuenta que ese era el camino para evitar que me interponga en sus intenciones. Y así, cada vez que sonaba una canción que se bailaba pegado y yo me disponía a interponerme en el medio ente mi hermana y el buen mozo, un anticucho humeante me sacaba de en medio con facilidad extrema. Cada vez que sospechosamente una de mis hermanas caminaba acompañada de algún jovencito hacia los lugares mas oscuros de la fiesta y yo me disponía raudo a interceptarles el paso, una bandeja de jugosos anticuchos interceptaba el mío anulando con ello toda posibilidad de rescate.
Al final, el pacto fue evidente, silencioso y tácito. Para mis padres, cada viernes, me alistaban para ir a cuidar a mis hermanas de las garras del deseo. Para mis hermanas, en cambio, yo era el pasaporte hacia su libertad.
Cuando fui descubierto, lo único que pude decir en mi defensa fue:
Papa, No fui yo, fue el anticucho.
Mañana 28
compran en el supemercado dos litros de aji panca licuado y lo mezclan con una taza de ajo molido, una botella de vinagre tinto, pizca de oregano molido, sal, pimienta y comino en polvo.
Compran, pierna de pollo sin piel y las cortan en dados, corazon de vaca limpio de grasa y nervios cortado en filetes, corazón de pollo, higaditos de pollo, panceta de cerdo que cocinan previamente en agua con sal y cortan en dados,, mollejas de pollo igual cocinadas previamente, filtes de trucha cortados en dados, Todo lo insertan en palitos y los maceran en el aderezo
papas blancas y choclos cocidos los esperan.
salsitas de aji listas.
parrilla encendida y tiran los anticuchos mojandolos todo el tiempo con su aderezo.
Buena musica criolla, buenas salsitas de aji y listo.
Feliz 28
fotos cortesia de panchita.